La Isla de Tabarca, un paraíso muy cercano para ti

Tabarca, una isla para Alicante, una isla para ti.

Tabarca es una y muchas a la vez. Es bulliciosa y tranquila; tiene playa y calas donde perderse. Personas que saben historias que tienen sabores antiguos y nuevas generaciones que dicen alucinar con lo que ofrece esta isla a un paso de Alicante y a la vez, aislada del mundo. A la Isla de Tabarca se va con ganas de mar y se vuelve con cien razones para regresar. El mayor disfrute son sus playas, calas y rincones que los adictos a la isla conocen bien. Quien va lo hace para disfrutar del mar en el sentido más amplio de la palabra: a Tabarca se va a darse baños de sol, a perderse entre las rocas y sumergirse en sus transparentes aguas llenas de vida; a comprarse una camiseta que diga que estuviste allí, a probar los platos típicos que se cocinan en sus restaurantes y a recorrer sus murallas que hablan de incursiones piratas que nos hacen sonreír, al tiempo que a los antiguos les hacían temblar; a descansar y olvidarse del mundanal ruido; a escuchar a las gaviotas y mirar su vuelo.

La Isla de Tabarca o Isla Plana (es plana y alargada) vive en temporada alta recibiendo cada media hora embarcaciones llenas de personas ávidas de mar. A su pequeño puerto llegan barcos desde Alicante, Santa Pola, Guardamar, Torrevieja e incluso desde Benidorm. La llegada es todo un espectáculo. Ante el viajero se descubre un mar que es azul turquesa, transparente y que ya apunta a lo que descubrirás en la isla. Los peces se mueven pegados a los barcos sin conocer lo que es la pesca, que en Tabarca está prohibida.

Tu preocupación nada más llegar será dónde vas a bañarte. Si tienes claro que lo tuyo es sólo playa, en el centro de la isla, a unos pasos del embarcadero, está tu destino. Tu experiencia marinera empezó en cuanto te subiste al barco y no finalizará hasta que no regreses. A los barcos de transporte regular de pasajeros se le unen veleros que fondean en la isla, muchos frente a la playa.

En tierra firme sombrillas y hamacas son para ti, y varios chiringuitos y restaurantes están a tu disposición para que no te falte nada. El agua es tranquila y casi tan transparente que tus pies se ven nítidos dentro del agua.

Frente a la playa está el edificio del Museo de Tabarca donde, cuando hagas un alto, tienes que entrar para aprender sobre la isla: su orografía, su fauna y flora, su cultura y su historia pasada. El presente lo tienes en sus calles y tiendas de recuerdos y de artesanía.

Tabarca es la primera Reserva Marina de España, fue la primera de España en obtener esta calificación en 1986. Gracias a ello, conserva unos ricos fondos marinos que en las zonas donde es tradicional el buceo a pulmón  te da una idea del paraíso que esconden sus fondos. Los fines de la Reserva Marina son de hecho la protección, regeneración y desarrollo de los recursos de interés pesquero así como la protección de la fauna y flora de sus aguas y fondos.

Al llegar a la isla los visitantes se reparten entre quienes se quedan en la playa y quienes buscan la mejor cala para instalarse y nadar a gusto. Prácticamente en toda la isla se puede buscar un hueco para instalarse y acceder al agua, eso sí, muy recomendable hacerlo con calzado si vas a las calas por las rocas que te encuentras a la entrada. Si eliges darte una vuelta por el pueblo lo encuentras a mano derecha. Como si de una puerta se tratara, un pórtico te da la bienvenida a la zona habitada. Nos introducimos por la calle d’Enmig (calle de Enmedio). Tabarca ha experimentado un proceso de pavimentación muy reciente que ha mejorado mucho el aspecto de sus calles y ha hecho muy cómodo el paseo por ellas.
La d’Enmig está llena de tiendas de regalos y recuerdos, así como algunos bares y restaurantes. Si sigues caminando llegas hasta la plaza del pueblo, donde se viven con intensidad las fiestas patronales que se celebran a final de junio y las fiestas de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, que también se festejan en la isla con música hasta altas horas de la madrugada y con una curiosa procesión marinera.

La isla tiene un faro, un torreón construido como torre vigía y una Casa del Gobernador, edificio del siglo XVIII, convertido hoy en un hotel con encanto. Toda la isla tiene vistas al mar y cuenta con numerosas calas, algunas de ellas zonas de acceso complicado. Y destacan sus aguas color esmeralda.

La gastronomía en Tabarca se escribe con la C del caldero tabarquino, el guiso autóctono de la isla. Hay manos expertas que han pasado toda su vida cocinándolo y hoy ha pasado el testigo a nuevas generaciones. En Tabarca, Gloria Ruso es toda una institución. A sus 82 años tiene historias de la isla y recuerda cuando todos los vecinos eran pescadores y la isla vivía de la pesca.

Los ingredientes principales para el caldero es el pescado: gallina y la morralla con las que se hace el caldo. Que también lleva ñora, ajo, tomate, pimiento, sal. El caldero se sirve en dos partes, primero el pescado: la gallina con patatas regadas con algo de ‘all i oli’ (ajo y aceite, que queda como una mayonesa); y tras comer el pescado se sirve el arroz. Pero son muchas más las recetas que puedes probar en Tabarca:
fideuá, todo tipo de arroces, especialmente los de marisco, calamares de potera, pulpo, lecholas cogidas al curricán, pescadito frito…En la Isla de Tabarca encontrarás menús desde 12 a 30 euros y también puedes elegir un picoteo rápido si no quieres perder ni un minuto de sol y mar.

Los sonidos de Tabarca van desde las olas del mar que rompen tímidamente en la playa, a las gaviotas y las melodías que salen de algunos locales. Por la tarde encontramos paseando por el pueblo a una familia de Lituania que está pasando el día en la isla y que ya está a punto de volver al barco que les lleva a la costa. El hijo mayo Rokas, tiene 20 años y nos cuenta la buena impresión que le ha producido Tabarca, sobre todo la tranquilidad de pueblo que rezuma la isla. Ha hecho buceo y ha contemplado los maravillosos fondos marinos que guarda la isla.

Hellen es de Manchester, en el Reino Unido. Se considera una privilegiada. Se hospeda en la Casa del Gobernador y nos cuenta que cuando Tabarca se queda ‘sola’, cuando el último barco ha partido hacia la península, hay un clima muy especial en la isla. Quienes pasan unos días allí, bien porque tienen casa o están en alguno de los hospedajes, suelen acercarse a ver la puesta de sol. Maravillosa y especial. Mirando a la costa, entre rocas, chocar de olas y gaviotas que se apropian de las rocas, muchos tabarquinos (los que son de la isla y quienes la disfrutan como habitante ocasionales) se dejan llevar por una experiencia que todo visitante de Tabarca debería experimentar al menos una vez.

En un pequeño saliente de la muralla, frente a la costa y en una tarde en la que el mar es un espejo, Victoria toca su guitarra y compone melodías. Es joven y califica la Isla de Tabarca como ‘un lugar perfecto’. Nos explica que por las noches un grupo de chavales suele tocar instrumentos de cuerda y que a ella le encanta el ambiente romántico que se crea. Nos imaginamos lo que nos cuenta y pensamos cuánto nos apetece quedarnos un par de días en la isla.

Más tarde hablamos con un profundo conocedor de la isla, de su historia, sus leyendas,  su fauna y  su flora sobre todo. Se conoce al dedillo cada cala y cada zona de la isla. Y nos cuenta algo que nos sorprende, cada invierno en Tabarca se genera ‘la ola perfecta’ y eso lo saben bien los amante del surf. Pero esta es otra historia que te contaremos en breve. Porque la Isla de Tabarca tiene mucho que ver y mucho que conocer.